El diseño participativo es un tipo de diseño que cada vez tiene mas acogida en el mundo de la arquitectura debido a que al involucrar a los futuros usuarios, permite generar un diseño casi personalizado que se ajuste a sus necesidades, y en la medida de lo posible a sus gustos. Sin embargo, se hace necesario entender la historia de la arquitectura para entender como los cambios en el contexto han llevado al reciente apogeo de esta metodología de diseño.
Imagen tomada de www.nuevasesperanzas.org |
Desde el comienzo, la arquitectura estuvo al servicio de los grandes poderes más que de las grandes masas, sin embargo, a mediados del siglo XVII, con la Revolución Industrial y los cambios sociales, económicos y políticos que trajo consigo, la arquitectura se enfrentó a su primer desafío: solucionar los problemas habitacionales que se generaban en las ciudades como consecuencia de la industrialización. Las condiciones de estas ciudades eran lamentables, ya que hasta el momento los arquitectos se dedicaban a realizar proyectos por pedido, pero no se encargaban ampliamente del diseño de la ciudad, por lo que estos nuevos centros económicos y productivos no estaban preparadas para recibir estas grandes oleadas de personas, generando como consecuencia graves problemas de salubridad. Es en este momento, como consecuencia de la población, que los gobiernos se ven obligados a tomar cartas sobre el asunto y contratan arquitectos para realizar las primeras intervenciones estatales de vivienda.
Posteriormente, arquitectos como Fovier, Owen y Wright empiezan a generar diseños urbanísticos para planear las ciudades, sin embargo sus diseños con grandes avenidas-cinturón verde, escuelas publicas de gran capacidad, e infinidad de equipamientos para el público resultaron meramente utopías urbanas, que si bien generaban unas condiciones de habitabilidad ideales, no cumplían con el objetivo propuesto por los gobiernos: generar atractivos en el campo para evitar la sobrepoblación ciudadana.
En el siglo XX, con las grandes guerras, la arquitectura y el urbanismo se enfrentan de nuevo a un gran desafío: la planeación y reconstrucción de las ciudades destruidas por la guerra, y es aquí donde los racionalistas ven la oportunidad de aportar para generar ciudades mas higiénicas y practicas. Este movimiento arquitectónico, encabezado por Le Corbusier, da gran importancia en el diseño arquitectónico y urbanístico a la ventilación y la iluminación para generar espacios más saludables, sin embargo siguiendo el concepto de los arquitectos anteriores, genera grandes ciudades con superautopistas, generando ciudades de gran velocidad y zonificadas.
Imagen tomada de www.arqred.mx |
A pesar de lo anterior, no es hasta el movimiento moderno que los arquitectos verdaderamente empiezan a diseñar para las masas, ya que la arquitectura se redescubre como una herramienta para solucionar problemas sociales, siempre y cuando se cuente con los recursos económicos necesarios, (factor que hasta ahora no se consideraba como una determinante). Es a partir de este momento, que se empieza a considerar la producción social de habitat como algo necesario, ya que este entorno construido y modificado por el hombre, que implica una red de relaciones establecida en otros territorios y otras personas se genera en las grandes ciudades
Como consecuencia de esto, se plantean las bases para el diseño participativo, el cual busca a través de la aproximación al problema, una investigación que permita ampliar los conocimientos, la concreción y evaluación, y la generación de ideas de diseño, generar el diseño apropiado para los usuarios. A partir de estos pasos, arquitectos y teóricos como Steven Holl, Habra Ken, Christopher Alexander y Nikos Satingarus empiezan a generar métodos y lenguajes para generar diseños que si bien suplen las necesidades de los usuarios, permiten cierto grado de personalización, de tal forma que un diseño genérico permita satisfacer los gustos de cada uno de los usuarios, a la medida de sus recursos económicos.
De igual forma, Rodolfo Livingston aparece en la escena como uno de los representantes más importantes de este tipo de diseño, como se puede ver en su libro El Método, donde plantea un método más organizado para el diseño participativo. Para Livingston a partir de la información primaria que observa y obtiene el arquitecto, la información proporcionada posteriormente por el cliente y lo que el llama juegos (prioridades, problemáticas, realidad limitada, y sueños y ambiciones), se puede generar el diseño apropiado. Sin embargo, a pesar de que las primeras etapas resultan útiles en el diseño, algunas como los sueños y ambiciones generan numerosos debates en la escena arquitectónica, ya que si bien en ocasiones pueden resultar sumamente útiles para entender al cliente y generar un diseño apropiado, muchas veces como en el caso de Cupica, los imaginarios pueden terminar por perjudicar más a los usuarios. Por lo anterior, se hace necesario aclarar que si bien el diseño participativo es una herramienta sumamente útil, el arquitecto debe generar un criterio propio y aprender a identificar aquellos casos donde resulte útil, y aquellos en los que no, de tal manera que pueda omitirlo en aquellos donde resulte innecesario o inapropiado.
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